Más de una década llevamos escuchando la palabra «asalto» con un significativo muy positivo. «El arte de lo público» se nos ha ido haciendo cada vez más familiar conforme ha ido conquistando lugares emblemáticos de nuestra ciudad. Este año se ha ubicado en el Parque Delicias, lugar de encuentro del barrio más grande de Zaragoza.
Ya nos hemos acostumbrado a ir caminando por la ciudad y encontrarte con una intervención artística en una pared, en un suelo, en una farola. Sin embargo, la edición de 2016 del Festival Asalto ha conseguido que, durante algo más de una semana, la ciudad incorpore nuevos elementos que nos hagan reflexionar sobre lo que tenemos, lo que significan y, de algún modo, que encontremos la belleza en aquello que aparentemente no la tiene. Muchos habéis visto esas señales que en lugar de dirigirnos a una calle, nos indican el camino «a casa», y lo reconfortante que habrá sido para más de uno tomar conciencia de que era allí adonde iba…
DosJotas es el autor de esta original forma de recordarnos lo que significa coger una dirección. Viendo el nivel conceptual de la edición, no nos podíamos perder lo que se bullía en el epicentro de este festival: el Parque Delicias. ¿Por qué allí? ASALTO se ha caracterizado desde sus inicios por democratizar y, en cierto modo, liberar espacios de Zaragoza donde la gente no quería ir. Hace diez años era El Tubo, después le siguieron La Magdalena, Las Armas, el Barrio de Jesús… La razón de estos sitios es muy práctica: como eran barrios a los que la gente evitaba entrar, eran los únicos lugares en los que se concedían permisos para realizar las intervenciones. Y mirad ahora la actividad y energía que late desde esos mismos sitios que antes nadie quería…
La elección del Parque Delicias no fue casual: es un parque en el que se dice que hay «mal rollo», bandas, conflictivo… Y gracias a ASALTO, desde hace unas semanas ha vuelto a ser el lugar de encuentro y buen ambiente que nos corresponde disfrutar de un lugar público. Es de todos.
Así que la organización instaló su Espacio Asalto en la antigua capilla del parque, que estaba en desuso y sobre la que también se está interviniendo y, al final, recuperando. Los artistas que trabajan sobre ella son Aryz + San, un muralista y un dibujante que, unidos, cuentan una historia sobre el poder y la religión sobre la fachada de esta capilla, con un contraste de colores muy acertado y una base de dibujo clásico y canónico muy admirable. ¡Ojo avizor a esa puerta, menuda pasada!
Aquí es donde da comienzo además la visita guiada (todavía podéis acudir esta tarde a las 18:00 y 19:00 horas, y mañana domingo a las 11:30 y 12:30). Cuesta 7 euros, se reserva por internet, y tiene regalo: una tote bag del festival muy chuli.
Comenzamos conociendo de cerca a los artistas y la obra de esa fachada coronada por un eccehomo al más puro estilo Cecilia y flanqueada por una bruja, y después pasamos al interior de esta antigua capilla perteneciente al psiquiátrico que era antes el Parque Delicias. Allí nos encontramos la Cantina Asalto, un espacio de ocio con madera virgen en el que se estaba desarrollando un taller de serigrafía que, sí, también se puede realizar en los espacios públicos.
Realmente cualquier forma de arte puede salir a lo público, es una forma de contacto con el público y un formato más: Víctor Solanas lo empezó a hacer porque se ahogaba en su estudio, y Erica con C porque se quedó sin papel. Salimos en busca del arte y lo primero que nos encontramos es una cajita de música adherida a una farola: son melodías conocidas por todos que Narcélio Grud instala para retrotraernos adonde los sonidos nos lleven… ¿qué os parece?
También nos encontramos con Water Machine Control:
Sergio Galán es el creador de este dispositivo urbano interactivo que, a través de un moderno sistema de reconocimiento facial, lanza un disparo de la pistola de agua a aquellos viandantes barbudos que pueden -o no- ser talibanes. Tranquilo, si te has afeitado estás a salvo, sabemos que los terroristas no se afeitan. Una sátira lúdica y, cuanto menos, original.
ASALTO también tiene una programación musical muy completa, y en el espacio dedicado a ello estaban, en pleno proceso creativo, Chylo + Ciril23, un muralista y un productor musical que querían conseguir un muro musical, una obra en la que algunos objetos o zonas tuvieran sonido, generando una experiencia interactiva para los sentidos.
«Alimencracia» es una denuncia de toda esa comida que tiramos, nosotros, los supermercados, las tiendas, los establecimientos… Toneladas y toneladas de comida que hacen mucha falta en el mundo, y que con ese carro de la compra-contenedor genera un diálogo entre alimentación y política(s).
En uno de los talleres del festival había una actividad de «deambulación urbana» que consistía en seleccionar una parte del barrio y caminar por ella durante tres horas. El resultado de cada grupo era una experiencia única en la que habían tomado consciencia de los lugares por los que pasaban. Pues esos recorridos fueron plasmados dentro de un conjunto artístico que usa los colores del parchís en conexión con el tono lúdico del proceso.
A veces, los grafieros no son conscientes de por dónde van, se centran en lo que hacen en la calle pero no en ella. Y también es posible encontrar algo hermoso en el camino o, incluso, encontrar un nuevo camino. Ese mensaje es ampliable a todo nuestro día a día, no es solo para los grafiteros, y si no que se lo pregunten a los viandantes de esta actividad, que se lo pasaron muy bien y ahora tendrán un colorido recuerdo en este muro.
Continuando, nos encontramos con las grietas doradas y la mesa de ping pong destacadas por Amarillo Público, que nos recuerdan que puede haber belleza en las cosas más insospechadas; con diálogos entre artistas sobre el uso de los muros que nos plantean la efimeridad del arte urbano (Candy Bird), así como la democracia de un concepto donde cualquiera puede formar parte de algo.
También descubrimos a las chicas Arquiscostura, que pondrán nombre al parque mediante la técnica de punto de cruz; nos sorprendimos con intervenciones como ese pájaro aplastado por un ladrillo de Toni Spyra y redescubrimos el valor de los bancos, que nos permiten algo tan bonito y espontáneo como tomar la fresca, que nos brindan momentos en pareja, en familia, con amigos… «No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes», y por eso Víctor Solanas encinta estos bancos del parque, para hacernos reflexionar sobre ellos. Tuvimos la suerte de encontrárnoslo en mitad de una intervención, y se explicaba así:
Me parece precioso el concepto del ASALTO y, en general, del arte urbano. Que alguien sea capaz de hacerte salir de tu día a día, de tus pensamientos, de tus problemas, de tus prisas; de pararte, de sorprenderte, sonreir y apreciar la belleza de lo cotidiano en algo que todos compartimos: la calle, lo público, lo que es de todos y que por tanto es espacio de encuentro. No es algo que solamente podamos disfrutar en la intimidad de nuestra casa, no, es algo que nos genera placer en común, que a cada uno nos despierta una reacción diferente pero que a todos nos hace salir de lo mundano para quedarnos un ratito en lo que trasciende: el arte. Y además, gratis. Porque la cultura no tiene por qué ser gratis, pero se agradece esa generosidad del artista que invierte tu tiempo en hacerte sentir bien, en despertarte una sonrisa. ¡Gracias, asaltadores!
Si queréis descubrir estos pequeños placeres cotidianos, ya sabéis, solo tenéis que salir y estar dispuestos a encontrar el arte en cualquier sitio. Estad atentos, no podemos prever dónde será, pero seguro seguro que os sorprende.
2 comentarios en “El festival ASALTO o cómo sorprender en lo público desde hace 11 años”