Jorge Asín es el actor aragonés del momento. Su papel en «Villaviciosa de al lado» (Nacho García Velilla, 2016) podría hacerle lograr el Goya al «Mejor actor revelación» categoría para la que está nominado.
Nosotros ya lo conocemos de anteriores filmes como «Bendita calamidad» (Gaizka Urresti, 2015), del popular Oregón Televisión, de obras de teatro -la última «Qué majicos son los Pilares ¡pero pa’ un rato!»– y de infinidad de cortos, como este de David Terrer que me hace muchísima gracia desde hace muchos años: «El último aragonés vivo».
Por eso y porque este chico me gusta horrores, me apetecía recuperar una entrevista que le hice hace ya cuatro años, cuando estaba en plena promoción de la obra «Tiempos modorros», sobre un economista sueco que da una conferencia sobre la crisis. Siempre recuerdo esta entrevista con mucho cariño porque Jorge se mostró cercano, paciente y simpático; la verdad es que nos lo pasamos muy bien.
He cortado la parte en la que hablamos sobre la obra de teatro porque ya no se puede ver, y otras quedarán un poco descontextualizadas, pero os podéis hacer una idea de la personalidad de este gran actor. Ahí va…
El actor “oregonés” empezó tarde en los escenarios. Con 26 años se apuntó a unos cursos del Teatro de la Estación para aficionados, le gustó y comenzó haciendo sus primeros pinitos. Dos años después –en el año 2000–, dejó su trabajo como fontanero, y cambió las tuberías por la Escuela Municipal de Teatro. Empleó los dos años de paro que le correspondían en formarse. Y fue una buena inversión, porque desde que salió de la escuela no ha parado de trabajar. Ahora tiene 40 años [4 años después, tendrá alguno más…], y es uno de los rostros más conocidos de la televisión aragonesa.
-¿Qué se hace ante esta situación de crisis?
El único remedio es seguir, inventar cosas y pensar. Imaginación y para adelante. Tenemos otro proyecto con compañeros del Oregón que se llama “Pa ti de propio”, y si por ejemplo es el aniversario de bodas de tus padres o el cumpleaños de un amigo, nosotros preparamos unos sketch con los personajes del Oregón en los que hablamos de su vida, les felicitamos… Y luego está el Oregón, que ahí sí que hay curro de momento, vamos por la 6ª temporada y subiendo audiencia.
-¿Cómo funciona la grabación de Oregón Televisión?
Grabamos 4 programas en una semana, y descansamos otra. O sea, 8 al mes. El resto del tiempo hay que escribir los guiones y a preparar el rodaje.
-¿Cómo se escribe un guión?
Yo aprendí “a puro huevo”. Porque empecé a escribirlos para los sketches de Que viene el lobo con Marisol Aznar. Básicamente es echarle imaginación y empezar a escribir. Luego ya con el tiempo te lees libros y aprendes trucos para escribir guiones, pero en plan autodidacta, a base de ir a la FNAC y comprar un libro de “Cómo escribir un guión”.
-¿Cómo se hace para tener siempre el sentido del humor inyectado en vena? ¿No tienes tus días flojos?
Los tengo pero aún con todo siempre intento conservar el sentido del humor, me viene de naturaleza. Soy muy payaso y no me resulta complicado. A mí lo que me resulta complicado es ponerme serio, a pesar de que soy muy tímido, como casi todos los actores. Siempre estoy dando la nota.
-¿Qué experiencias “serias” has tenido en el teatro?
En “Teatro Che y Moche” hicimos Otelo, en cortos he hecho Habla con Pedro Ruiz Izquierdo sobre el maltrato de género… He hecho cosas, incluso me gustaría hacer más cosas de ese tipo. Lo que pasa es que en esta profesión, cuando destacas en una cosa, tienden a llamarte solo para eso. Pero como generalmente los proyectos los hago yo o con mis compañeros, es muy complicado que a nosotros nos salga algo serio, tendemos a la payasada, que es lo que mejor se nos da y como más rápido avanzamos…
-¿No te da miedo que te encasillen?
En el fondo con que me llamen me da igual para lo que sea, pero me considero un cómico en el sentido antiguo de la palabra, de los cómicos de la lengua, entonces no me molesta.
-¿Qué querías ser de mayor?
Yo quería ser actor. Siempre me gustaron mucho los superhéroes como Mazinger Z o Comando G y en mi casa ya los imitaba. Además, tenía la costumbre de ver con mi padre el Estudio 1 y también me gustaba mucho.
-¿Con cuántos años?
Con 8 años, veíamos La rosa de los vientos y lo disfrutaba un montón. Además, mi padre era actor aficionado, así que supongo que de ahí me vienen los genes…
-¿Nunca te has planteado salir de Aragón?
No, porque como siempre he tenido trabajo por aquí, pues para qué me voy a ir… Además, como empecé tan tarde en esto… Claro, si hubiese sido un chaval de 20 años seguramente me hubiese ido a buscarme la vida a Madrid, –porque si te vas, te vas a Madrid, no te vas a ir a Cuenca– pero con 27 años ya… Además en Madrid la mayoría de los camareros son actores; levantas una piedra y te sale un actor.
-¿Cómo es un día en la vida de Jorge Asín?
Cuando tengo grabación me levanto a las 8 para ir al plató, pero cuando no, me levanto a las 7 y me pongo a escribir guiones hasta la hora de comer.
-O sea, que ahora tendrías que estar escribiendo…
Sí, pero voy bien. Después por la tarde siempre me reúno con los compañeros o para hablar de los proyectos que tenemos en marcha o para ensayar…
-¿Qué diferencias hay entre tus dos escenarios: teatro y televisión?
El teatro te da el calor del público. En televisión se pueden hacer diferentes gestos que aunque sean pequeños se notan, o jugar con la voz. Pero en el teatro hay que estar preocupado por proyectar y los gestos tienen que ser más amplios. Además, con la televisión llegas a más gente, en un programa del Oregón nos ven más de 20.000 espectadores, ¿cuántos teatros Principales tendrías que llenar para llegar a tanta gente?
-¿Alguna vez has tenido problemas en directo?
Errores, muchos; y alguna vez me he quedado en blanco. Una vez en Que viene el lobo tenía que hacer un sketch con Marisol Aznar y yo iba disfrazado de oso con un montón de pelo y con polvos de talco para que pareciese más blanco. De estar en esa situación tan cómica nos entró la risa a los dos y no podíamos seguir; todo esto en directo.
-¿Cuánto rato estuvisteis riéndoos?
Dos o tres minutos tranquilamente…
-¿Y qué se hace en esos casos?
La verdad es que yo lo pasé fatal. Me estaba riendo muy a gusto pero a la vez pensaba que tenía que parar porque estábamos en directo. En ese caso el público nos acompañó porque se contagiaba la risa, pero si te equivocas e improvisas también hace falta que el público te acompañe.
-¿Alguna vez has tenido un público malo?
No, los públicos siempre son buenos. Si acaso alguna vez en los bares cuando haces un monólogo, los que van un poco borrachos se pasan y quieren ser los más graciosos. Por eso hay monologuistas que creen que habría que cobrar entrada.
-Hablando de monólogos, ¿cuántos años hace que fundaste “Monólogos por la beneficencia”?
Arrancamos en el 2001 más o menos… ¡así que más de 10 años!
[Nada más y nada menos que 15, en estos momentos]
-¿En qué consiste?
Somos un grupo de humoristas que vamos rotando por 12 bares de Zaragoza. Empezamos antes incluso que los de la Paramount, porque en Estados Unidos ha sido muy típico siempre y seguimos su modelo. De aquí han salido promesas como Diego Peña que ya ha estado en Paramount Comedy. Además, cada dos domingos estamos en el Juan Sebastián Bar con el Club Desastre haciendo improvisaciones, que es muy divertido.
-¿No se tiene nada preparado para las improvisaciones?
Siempre hay trucos que uno sabe que puede emplear para llevar la improvisación. Y siempre tiene que ser con la colaboración del público porque si no colabora, no hay por dónde seguir…
-¿Crees que hay buena cantera en el humor aragonés?
Sí, además hay guionistas y directores como Nacho Velilla… pero es que creo que ahora hay mucha cantera en general. [Bien mencionado, Jorge]
-¿Y a qué se debe este boom del humor?
A la crisis; cuanto peor van las cosas, más necesidad hay de reírse.
-¿Es el humor cosa de hombres? Lo digo porque en los monólogos siempre hay muchos más hombres que mujeres…
No, para nada. Hay más actrices que actores y las mujeres también son muy buenas, pero supongo que a lo mejor por el ambiente de los monólogos, que a veces son en bares (con el típico borrachillo que te decía…), las mujeres prefieren otras cosas.
-¿Cómo se hace un monólogo?
Los monólogos siempre los escribimos nosotros mismos, los ensayamos y luego nos reunimos unos cuantos y lo vemos con el autor. Entonces damos nuestra opinión para que lo cambie o quite alguna cosa.
-¿Y los días que no estás inspirado?
Me voy al bar. [Risas] No, en serio, me voy al bar, me doy una vuelta, en el autobús… Y de escuchar a la gente hablar y contarse cosas, salen un montón de temas de la vida real.
-¿Dónde está el límite?
En realidad el límite es muy amplio, se puede hablar de lo que se quiera siempre y cuando no se recurra al insulto. A mí personalmente me gusta mucho el humor negro, pero hay que tener cuidado para no ofender a nadie.
-¿Alguna vez habéis tenido problemas?
Graves, no. Cuando hablamos de lo de La Muela, la alcaldesa presentó una querella; pero normalmente los políticos ni se enteran de lo que decimos. El límite suele venir más por parte de los que están en medio, es decir, la cadena, que te dice: “mira, esto mejor no lo digas…”
-¿Pasa eso muchas veces?
Sí, pero hay muchas veces que es solo por ahorrarse “la llamada”, que digo yo. Si decimos según qué cosas son ellos los que van a tener que recibir la llamada de la bronca y no nosotros. Pero bueno, hay veces que las decimos y ni se enteran.
-¿Qué esperas de los próximos años?
“Virgencica del Pilar que me quede como estoy”, que no falte el trabajo que con eso me conformo, y a seguir adelante…
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