Una amiga me preguntaba ayer qué se podía encontrar en el Salón del Cómic de Zaragoza, al que acudía por segundo día. Este post va sobre ello, para que cualquier zaragozano o forano lo pueda saber, y para contaros mi experiencia en un hito cultural anual que cada año se supera y en el que siempre merece la pena estar por su gran ambiente.
Partimos de la base, desde luego, de que el cómic es arte y cultura, rotundamente. Porque todavía hay quien lo duda y es una forma artística que incluye técnica pictórica, guiones con una parte literaria en mayor o menor medida, y distintos planos relacionados con lo audiovisual. Me parece muy complicado y completo, y por eso lo valoro mucho aunque no sea especialmente asidua ni conocedora.
Pero vamos allá: la primera parte del Salón del Cómic son las colas. Y te pueden tocar dos situaciones: que haga un frío del carajo y estés bastante incómod@, o que los cosplay te la vayan animando conforme hagan sus apariciones.
Mi primera cola fue el viernes, y por suerte avanzó bastante rápido porque es el día que más tranquila está la Sala Multiusos del Auditorio. Allí que me planté a la salida del trabajo porque mi amiga Marta presentaba la charla «Editar Manga en España», con tan mala suerte que cuando llegué se levantaban de la mesa… Bien…
Así que aproveché para ver algunas de las exposiciones que el Salón ofrece, sin salir del espacio principal -de las otras hablaremos luego-: la retrospectiva de los carteles de las quince ediciones del Salón, realizada por Daniel Surutusa; la bonita muestra Viñetas y vinilos, comisariada por Miguel Angel Hernández; los seis trabajos ganadores en las dos últimas ediciones del Concurso de Cómic contra la Violencia de Género, organizado por el Servicio de Igualdad del Ayuntamiento de Zaragoza. Y la exposición fotográfica «Plástico con Superpoderes» de escenas cuyos protagonistas son muñecos de LEGO que, sencillamente, me encantó.
Dando un paseo por los stands -que estaban mucho más tranquilos de lo que estarían el sábado- pude ver cómo los chicos de la Escuela de Arte hacían preciosos dibujos en directo, merchandising y productos de todo tipo, cosplay, torneos, dibujantes, tebeos, cómics, mangas, animes, fanzines… Arte cada dos pasos.
El sábado, el auditorio me esperaba bajo un imponente atardecer.
Volví a hacer cola, también pequeña porque contaba con mi pulsera, y la experiencia este segundo día venía dada desde otro punto de vista: iba con niños. Mis tíos y mis primos son unos auténticos expertos en el Salón del Cómic y no se lo pierden ningún año. Pasamos por todos los puestos de fanzines y tebeos, pero pronto acabamos en el espacio infantil, pintando superhéroes.
Estábamos dándoles cera a Goku y Elsa cuando aparecieron nada más y nada menos que las abuelas de Batman y Superman. Ellas, con su enfermera, nos enseñaban cómo llegar a ser superhéroes (sin que los mayores se enteren), en un divertidísimo cuentacuentos a cargo de Arateca Teatro que lo hicieron genial.
También estuvieron muy bien Darth Vader y sus secuaces, que posaban impertérritos en el hall de la Sala Multiusos para que todos los fans se llevaran su foto con el lado más oscuro del Salón del Cómic.
Durante el resto de la tarde nos encontramos con interesantes actividades como la entrevista a Luis Royo y la presencia de autores como Rubén Pellejero, El Torres y Jesús Alonso o Calpurnio en el stand de firmas.
Los stands en plena ebullición con dibujantes dispuestos a dejar un recuerdo único en cada cómic que venden y, mientras, en el escenario, una «Asian Party» con exhibición de baile incluida en cuyos alrededores no cabía ni un alfiler. Fue entonces cuando más se notó esa diferencia entre el cómic y el manga.
No quiero herir sensibilidades y todo me parece igual de válido, pero se podía observar una cierta distancia entre el público del salón lector de cómics e interesado en las publicaciones, y el asistente fanático, que acude de cosplay a las actividades más «festivas». Con múltiples excepciones en ambos casos, seguro; pero fue significativo. Aunque, en cualquier caso, el Salón del Cómic tiene oferta para todos ellos, y todos ellos son quienes generan ese ambiente tan agradable que no deja de girar alrededor de la cultura y que solo por eso ya es una pasada.
Y ahora os cuento mis adquisiciones. Humildes, pero que a mí me hacen mucha ilusión. Miguel Ángel Hernández me dibujó junto a un Elvis tontorrón que me dice «Love me tender» en su «Rocanrol», y tengo muchas ganas de ver qué cara pone mi madre cuando lea esa edición del fanzine Estafermo sobre madres y brujas -porque, que no nos lea, ella es un poco brujilla. Por supuesto hay que mencionar al Tebeíco del Salón, que siempre es muestra y catálogo de los autores aragoneses gracias a los cuales este evento es posible.
¿Que estáis tristes por la llegada del último día del Salón del Cómic? Ciertamente, es una pena, pero aún queda mucho #diciembremesdelcomic, para seguir empapándonos de este arte.
Me muero de ganas por ir esta semana a ver “El arte en el cómic” en el Centro de Historias (hasta el 12 de febrero), una exposición sobre la relación entre los grandes centros de arte y el cómic. También descubriréis a artistas que hacen guiños a la pintura en sus trabajos y hay un apartado especial dedicado a la obra de Álvaro Ortiz, autor zaragozano.
Interesantísimo también el “Homenaje a Ibáñez” en el Centro Cívico Universidad (hasta el 8 de enero). Se trata de una muestra comisariada por el autor aragonés Santi Jurado, experto en la figura del ilustre icono del cómic Francisco Ibáñez, que ha reunido más de 25 dibujos en torno a la figura y obra del maestro.
Para terminar, en el Centro Joaquín Roncal encontraréis la exposición “Teresa Perales cómic” hasta el 4 de enero, que reúne las páginas y parte de los bocetos originales del tebeo homónimo editado por Fundación Telefónica. Y en la Biblioteca Cubit se acaba de instalar una exposición didáctica sobre los diez años de trayectoria en torno al cómic de la editorial aragonesa GP Ediciones, disponible hasta el 27 de enero.
Como veis, todo un universo del cómic en una Zaragoza que en diciembre se ha coordinado para sumergirnos completamente en viñetas, bocadillos e historietas.
Un comentario en “Un XV Salón del Cómic hasta los topes de gente, artistas y curiosidades”
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