Crónica de un concierto de Txetxu Altube o el intenso que siempre sorprende

Lo mejor de los conciertos de Txetxu Altube es… Con menuda frase difícil empiezo, la verdad. Porque es que lo mejor son muchas cosas, y por eso el resultado es, pues, sencillamente, de lo mejor.

Os contaba el otro día que Txetxu canta como los ángeles. Oye, y que no es ni pizca de tópico, que es oír cantar a este chico y sentirte arropado por unas nubes de melodías entre las que flotas. Por otro lado, os contaba también que domina la guitarra como quien nace sabiéndolo todo sobre un instrumento, como si producir los sonidos que él consigue fuese lo más sencillo del mundo, sin ser nada de eso. Que no, que no exagero, mirad y oid:

Pero como esto de cantar y tocar bien es algo que todos los que compramos una entrada para verle tenemos garantizado, me atrevo a decir que lo mejor del concierto en La Bóveda del Albergue fue el ambiente. Una sensación de estar en familia, entre amigos, en una tertulia en torno a unos temas que nos apasionan, que disfrutamos y que nos hacen sentir privilegiados.

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Pero vamos a empezar por el principio, que «pierdo la cuenta«, y así es exactamente como comenzó Txetxu Altube el concierto. Pero la versión que nos ofreció fue bastante diferente de aquella que escuchábamos en Vendaval (2010), con un regalo de versos finales que ojalá hubiera retenido en mi memoria porque solo recuerdo que le daban un toque melancólico y profundo a una canción que quizás no es lo que más tenga.

También modificada sonó «Skyline«, en la que Txetxu cantaba «quiero ver el Pilar contigo, quiero ser quien te ofrezca su abrugo cuando quieras calor» y, claro, nosotros encantados con el ingenio. Siguen una repescada «Ropa nueva» para los escenarios y ese «Nadie« con el que todos nos hemos sentido identificados alguna vez («y una vez, y otra vez más, nadie»).

Nos ponemos íntimos: recordamos a Marazu y aquella experiencia que la SGAE nos brindó  hace unos años, gracias a la cual podemos disfrutar de «Señales de stop«. Lo mismo con un «Pies de barro» casi en un susurro que resuena muchas veces en mi cabeza cuando me bloqueo: «se hace tan difícil avanzar con pies de barro»…

img_9181Estamos de lleno en Cuestión de intensidad (2015), el disco del que Txetxu presume porque es una obra completa con un sentido y coherencia como pocas, con una razón de ser y con unas letras en las que cada palabra cuenta y dice (mucho). Realmente es lo que Txetxu siempre ha hecho, lo que sabe hacer, pero creo que cada vez está más cerca de la poesía que de la canción pegadiza. Y un ejemplo de ello es la preciosa «No quiero que cambien los planes«.

En medio de esta velada romántica de expresión de sentimientos, Txetxu nos lanza una exclusiva, una noticia que todos esperábamos: en abril, «si todo va bien y si el Nápoles elimina al Madrid» grabará su segundo disco en solitario. Y no solo eso, sino que además nos deja escuchar dos de sus composiciones. Los títulos son algo así como «Érase una vez» y «No apagues la lumbre», pero recuerdo que ambas eran bonitas a rabiar. ¡Menudas ganas de escucharlas de nuevo!

Vuelvo a perder un poco la cuenta porque a veces, como es normal, me quedo hipnotizada por la música y el momento, y no me acuerdo de apuntar nada. Recobro la razón justo después de una deliciosa charla entre amigos sobre cómo Txetxu no busca llenar estadios, sino llegar a la gente y poder vivir humildemente de la música. Así llegamos a «Horas contadas«, la canción que el artista siempre dedica a quienes han hecho kilómetros para verle. «La bóveda está ardiendo» y nos encontramos en otro momento intenso:

Según Txetxu, no se puede venir a Zaragoza sin pasar por el Cervino, ni terminar un concierto sin «Compás de espera». Así que, todos juntos, como si estuviéramos en un pub irlandés, cantamos a voz en grito esos compases que tan liberadores resultan, dando por finalizado un concierto que se nos ha hecho corto.

¡Ah! Tengo otro «lo mejor del concierto fue». Creo que, de verdad, de la buena, lo mejor del concierto fueron las sorpresas que Txetxu nos tenía guardadas entre las canciones y nos iba desvelando. Nunca una canción es igual que otra en el directo, siempre hay una nueva melodía que tocar con la guitarra, un nuevo verso que añadir, una nueva forma de contar la historia… Txetxu siempre va más allá, riza el rizo, busca el más difícil todavía y por eso sus conciertos siempre son los mejores.

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