«Mucho ruido y pocas nueces» a la aragonesa

Shakespeare estrenaba alrededor del año 1600 una obra de teatro en forma de comedia romántica que ya quisieran las productoras hollywoodenses por su vigencia y frescura: «Mucho ruido y pocas nueces». Y también ya quisieran muchas de ellas haberla puesto en escena con la gracia y el ingenio con que lo hicieron el fin de semana pasado en el trabajo conjunto de las compañías oscenses LagartoLagarto, Tornabis Producciones, Esencia y Zazurca Artes Escénicas, dirigidas por Alfonso Palomares, con música de Kike Lera.

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El teatro, abarrotado. Entre el público, que se va asentando, unos personajes que al más puro estilo «La Cubana» iban alternando con la gente conforme llegaba. Y en el escenario, todo listo: lámparas, cajas de fruta de esas que están de moda, una mesa con copas y botellas variadas, una barra, dos asientos parisinos y un flamenco. El flamenco, de mentira, claro.

Una variedad de cosas bonitas colocadas con gusto, que nos hacían saber que estábamos a punto de empezar a bailar en una fiesta. No faltaba detalle: cócteles, algo para picar, una iluminación embriagadora… durante los primeros minutos de la obra no podía dejar de pensar en lo envolvente, cálida y bonita que era la iluminación: ¡alegraba el alma! Y entonces empiezan a desfilar, ir y venir un total de 15 personajes muy vivos representados por los nombrados Alfonso Palomares y Kike Lera, junto a Amparo Nogués, Macarena Buera, Manuel López, Pilar Barrio y Elena Gómez Zazurca.

Mi compañero de baile: inmejorable

Somos los invitados de un baile con un entramado de amoríos y malentendidos, vaivenes y opiniones muy volubles, en ese ambiente con gusto al que ayudaba un vestuario de los años 60, aportando el toque vintage: faldas de vuelo y tirantes en una historia a la que iba muy bien esa estética naif pero vistosa.

La historia no os la desvelo porque merece la pena llevarse la sorpresa; y si no vais al teatro -que deberíais-, siempre podéis ver la película de 1993 de Kenneth Branagh en la Toscana, en la cual es un Benedicto que flirteará con una Beatriz encarnada por Emma Thompson.

Aunque si digo que deberíais es por ese algo más del teatro, del directo, de las personas. Algo que me gusta especialmente de las artes escénicas es cuando los actores rompen la cuarta pared, esa que estaría colocada donde nos encontramos los del público, y se dirigen a nosotros. Y resulta que en este espectáculo era una técnica que dominaban a la perfección, con una participación del público frecuente y alusiones a, por ejemplo, el técnico de sonido, que es de Murillo.

El resultado de un ambiente coqueto, con una gran historia shakesperiana auténticamente inspiradora y unos personajes dispuestos a sacar lo mejor de todas sus facetas cómicas y dramáticas, no podía ser otro que un espectáculo encantador que se veía redondeado por las canciones y bailes en directo. «Mucho ruido y pocas nueces Sound Party» es un conjunto de artimañas artísticas que hacen al espectador sonreír y disfrutar durante dos horas, a través de una obra de Shakespeare que fue pensada para ser representada con el ingenio y la frecura que estos aragoneses saben aportar.

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