El IAACC Pablo Serrano (Paseo María Agustín, 20), ese edificio que destaca en medio de la ciudad, para algunos por ser un edificio vanguardista e imponente y para otros excesivo y poco estético, alberga este otoño varias exposiciones imprescindible. Comenzamos el paseo por sus salas con «El ‘otro’ Bigas Luna. La seducción de lo tangible», en planta calle, una exposición sobre el despliegue artístico que Bigas Luna acumuló en vida, más allá de su importante legado cinematográfico.
«Llegué a la conclusión de que el arte era más representativo era el cine y de que yo lo que quería ser era artista», cuenta el propio Bigas Luna en el docuemental Bigas Luna: «El buen anfitrión» del programa Imprescindibles de TVE. Se puede ver en la exposición, pero yo recomiendo darle al enlace y disfrutar, porque supone adentrarse en esa faceta de artista completo que se muestra en la exposición. «Él era un creador que, según decía, era una cosa muy pesada de ser» cuenta también su viuda, Celia Orós, en el mismo audiovisual.
Crear desde que te levantas hasta que te acuestas con todo lo que tienes a tu alcance ha de ser, desde luego, un ejercicio agotador. Pero vamos a empezar por el principio. El joven Bigas Luna era un diseñador brillante, ubicado en la vanguardia de objetos tan cotidianos como mesas o sillas. Fue cuando se introdujo en el mundo del arte, dejando de lado el diseño convencional y comenzando sus experimentos con una Super 8. Vendió todo lo que tenía y comenzó con Fernando Amat su primera película, Tatuaje, época a partir de la cual nacieron las «películas sexys», un género en el que disfrutaba.
Y es que Bigas Luna era el artista de los placeres, de las cosas que nos hacen disfrutar: la comida, el sexo, la espiritualidad y la naturaleza son los protagonistas de esta exposición como temas recurrentes en sus diferentes formatos. Dicen de él que no quería rodar en lugares como Bélgica porque no se comía bien, pero sí en Italia porque el rodaje tenía que ser algo placentero.
Todos conocemos como referente y fiel reflejo de estos tópicos en la obra de Bigas Luna Jamón Jamón, que cumple 25 años desde su estreno tras ese rodaje en 1991 en Los Monegros con unos Javier Bardem, Jordi Mollá y Penélope Cruz absolutamente pasionales. Es solo uno de los vínculos del artista con Aragón, ya que Celia Orós, el amor de su vida, fue la responsable de la estrecha relación que Bigas Luna mantuvo con Zaragoza. Gracias a ello pudimos disfrutar de la nueva disposición de la Virgen del Pilar en la ofrenda de flores, un diseño de Bigas Luna; y de un lugar tan emblemático como El Plata en el Tubo.
En la exposición podemos conocer y ver a través de la obra de Bigas Luna estas obsesiones tangibles y pasionales tan concretas. El ejemplo más sugerente es la serie «A fior di pelle» de 2012, de negativos manipulados ampliados.
También es imponente ese interés por ver cómo la naturaleza influía en su obra, para lo cual dejaba sus viejos guiones en el huerto (lugar sagrado para él del que se sentía enormemente orgulloso) y observaba la interacción entre esos objetos artificiales y el paso del tiempo a la intemperie. Esa fijación por la naturaleza es similar a la que sentía por el sexo o la comida, como ya hemos dicho, o la maternidad y lactancia: la teta es una figura muy importante en la obra de Bigas Luna, así como los símbolos en general. Esos símbolos tangibles con el centro de su inspiración y se aprecian en unos post its convertidos en obras de arte a partir de pequeñas notas y recordatorios a los que se añaden garabatos, dibujos sencillos pero enormemente simbolistas.
«Pintar es el arte más arte de todos los artes», decía Bigas Luna en ese documental del que os hablaba al principio, pero se trataba de una pintura ingenua, que no tenía pretensiones ni objetivo de transgredir. Un ejemplo de ello son esas inquietantes «Caras del alma», una serie de 3.000 piezas en las que se muestran diferentes estados de ánimo a través de representaciones distintas todas entre sí.
En fin, la exposición supone un paseo por la mente de Bigas Luna, que es una de las figuras más importantes del cine español. Sus obsesiones, sus inquietudes y su inspiración como artista que ha pasado por varias generaciones a través del formato audiovisual pero que tiene un legado mucho más amplio y de un gran valor.
Porque Bigas Luna fue uno de esos genios del arte que saben encontrar su sello y su razón de ser para llevarlo a distintas representaciones y así crear un dicurso vanguardista de los que dejan huella por su peculiaridad. Como Buñuel, como Picasso, como Dalí… Pero en este caso, un genio mucho más cercano a nuestra generación y del que todavía podemos descubrir cosas como las que nos permite esta exposición en el IAACC Pablo Serrano.
Si sigues subiendo por las escaleras mecánicas metidas en huecos imposibles y que dan lugar a ángulos todavía más imposibles, te encontrarás tres plantas de sorpresas. En la segunda y tercera, la colección permanente de obra de Pablo Serrano que está colocada en unas posiciones e iluminación absolutamente magistrales para crear un ambiente de fantasía, de paz, de elegancia. Una auténtica obra de arte la disposición de la obra en sí, más allá de la maravilla que supone la obra del escultor, que además deja en las zonas comunes regalos como esta cabeza de Antonio Machado.
En la tercera planta también encontraréis una bonita exposición fotográfica titulada «Un sueño de Balenciaga, el cine» en la que se pueden observar con detalle los diseños de ensueño que el modisto de alta costura española llevó al cine a través de actrices como Ingrid Bergman, Marlene Dietrich, Rocío Dúrcal, Sara Montiel… Sin duda es el toque de elegancia del recorrido expositivo.
La visita termina con «Inkless» de Renato Costa en la cuarta planta, un estallido de color azul que pone los pelos de punta e impacta ya no solo por esas obras de gran formato en un color que invade por completo la sala, sino por la denuncia social y necesidad de cambio que destilan sus imágenes. Para volver a la Tierra, para bajar de esa vorágine artística que nos ofrecen las exposiciones del Pablo Serrano (que podréis ver durante todo este mes), es recomendable subir a su terraza, desde donde se pueden capturar unas vistas impresionantes de la ciudad.
Así de vibrante e intensa es una mañana en el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos, uno de esos planes estupendos para el otoño porque puedes resguardarte del cierzo y disfrutar de una variada oferta artística, a lo que se añade la ventaja de la entrada libre al museo. ¡Id y disfrutadlo!
Excelente entrada, Bea! Me lo apunto para una próxima visita.
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