Txetxu Altube: «Las mejores canciones son las que más duelen»

Txetxu Altube volvió a Zaragoza, no solo a comer en el Cervino, que es uno de los grandes planes del artista en la ciudad, sino a hacer algo mucho más importante: presentar «Tras el Huracán», el segundo y último disco en solitario del madrileño.

«Las mejores canciones son las que más duelen», dijo Txetxu anoche y es la frase elegida para el titular de esta crónica porque resume en pocas palabras lo que este disco en forma de Huracán ha supuesto. «Tras el Huracán» nace de un cúmulo de sentimientos negativos que dan lugar algo bello y profundo, íntimo y oscuro en ocasiones, pero con un gran sentido poético y una expresión de sentimientos en los que muchos podemos reconocernos.

 

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Txetxu dice que cuando está bien, escribe canciones; y que cuando está mal, escribe canciones. La música es su forma de transmitir emociones y por eso los que le hemos escuchado siempre sentimos que le conocemos muy bien, pero al final no dejan de ser situaciones o impresiones de la vida que todos experimentamos (a veces buenas, a veces malas), lo que nos hace sentir identificados con determinadas letras.

Y todo esto para decir que estas mismas palabras del titular fueron las que precedieron a la canción que da nombre al disco porque, según él mismo, es de lo que habla. Entonces comenzaban a sonar los primeros acordes de Tras el Huracán:

Pero antes de esta canción habían pasado muchas otras cosas. Txetxu comenzó compartiendo escenario sobre las 21:30h con un tigre y dos guitarras, bajo un cielo de bombillas festivas que iban cambiando de color. «Primero canto y después os cuento», dijo escuetamente antes de empezar con Si pierdo la cuenta, una canción que ya tiene 8 años y que para la pequeña familia incondicional de Txetxu tiene cierto significado, a pesar de que él alguna vez nos haya confesado que no es especialmente de sus favoritas… La encadenó con Canción de otoño, una versión de la original de José Luis Perales, incluida entre las canciones que forman «Tras el Huracán» para agradecer el apoyo de los mecenas que participaron en la campaña de crowdfunding gracias a la cual salió adelante el disco.

Y es que a Txetxu Altube ya hace unos cuantos conciertos que lo consideramos como el primo de Madrid que viene a Zaragoza una vez al año. Le hemos visto crecer y evolucionar y al final nos sentimos parte de su vida, porque él nos lo ha mostrado todo sin complejos, lo cual es muy valiente.

Le descubríamos allá por ¿2009? con Los Madison y su «Vendaval», al que había precedido «Días de vértigo» (2007) y al que prosiguió «Compás de espera» (2012), punto álgido de la banda. Pero llegados a este punto, la banda de rock se separó y comenzaba una nueva etapa para nuestro Txetxu que, por supuesto, continuaba en los escenarios porque era lo que llevaba haciendo los últimos 15 años.

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En 2015 y con mucha influencia de esta ruptura llegaba el primer disco en solitario del artista, «Cuestión de intensidad», porque si algo define a Txetxu es la palabra «intenso», el único modo de vivir que yo también conozco porque para mí lo bueno es muy bueno y lo malo es muy malo; hay cosas que tienen mayor o menor importancia y unas veces se la das, o no, pero vivir intensamente es vivir de verdad. El caso es que viviendo intensamente y fruto de otra ruptura surgió «Tras el Huracán» en 2017 (también producido por José Nortes), el disco que ayer acudíamos a conocer en directo y que está impregnado de melodías irlandesas junto a los Street Wings. Los sonidos rockeros y la virtuosa guitarra de Txetxu, más el violín y la flauta son la apuesta musical y diferenciadora de este trabajo, como decíamos, lleno de sentimiento y que recuerda a la época en la que el músico vivía en Dublín.

Explico todo esto porque de cada una de las etapas musicales de Txetxu hubo representación a través de las canciones del setlist escogido ayer por el artista en El Poeta Eléctrico. No lo abandones fue la primera «huracanada» en sonar, puesto que fue la primera canción que Txetxu compuso para el trabajo; pero entre ellas también echábamos la mirada atrás con letras que nos han acompañado siempre, como Nadie.

Dejar de luchar contra mí vino a continuación y me parece la canción más liberadora no del disco, sino de la vida en general; me encanta venirme arriba escuchándola en el coche cuando los días terminan y estás tan cansada que no puedes ni contigo misma. Es una reposición de energía gratuita que agradezco a Txetxu cada vez que la coreo con él aunque no lo sepa. La emotiva Soltando una tormenta o Tu copia de llaves, dedicada al gran Bap Kennedy y capaz de transportarnos a ese Dublín de juventud, fueron las canciones que sonaron antes de la pequeña sorpresa que Txetxu nos tenía guardada: invitó a subir al escenario a tocar un par de temas a Óscar Llorente, un músico cántabro afincado en Zaragoza que está a punto de publicar disco, pero que nos adelantó Camiseta del 92 y Aquí, dos temas que nos dejaron con las ganas de más y que nos harán permanecer atentos a las noticias de este artista recién descubierto.

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Altube volvía al escenario con esa melancólica La lumbre de casa, que nos devolvía al ambiente íntimo, e hizo su tradicional dedicatoria a los que hacen kilómetros para verle cantar con Horas contadas, para después volver al presente a ritmo de soul con Escultura de polvo. Topamos con hueso al llegar a Decisión amarga, pero retrocedimos a «Cuestión de intensidad»: Para verte bailar y la canción que da nombre a ese primer disco en solitario.

Llevados a la intensidad, nos contaba Txetxu la historia de esa preciosa nana que aparece al final del disco cantada en euskera y que no tiene nada que ver con ese viento huracanado sino que es un homenaje a su padre, que es quien se la cantaba por las noches cuando era muy pequeño. Os dejo un pedacito de esta joya:

En este clímax que nos rodeaba poco más se podía hacer, pero quedaban por cantar las dos canciones más importantes para Txetxu Altube y que cerrarían un gran concierto. Por un lado, Érase una vez, la canción más importante de «Tras el Huracán» por sus versos y, sobre todo, sus sonidos, porque esa intro de música tradicional irlandesa en la que los Street Wings interpretan «Eleanor Plunkett» es un auténtico regalo para nuestros oídos. Por otro, como punto final, Compás de espera, la canción que según Txetxu le hizo colocarse en un lugar en el que, por otra parte, siempre ha merecido estar. 

En una noche que, en Zaragoza, más que huracán, lo que había era un cierzo helador, las canciones de la vida de Txetxu fueron las protagonistas. Y nosotros, como desde hace diez años, permanecimos embelesados de principio a fin porque es un artista de los pies a la cabeza, deseando que vuelva pronto incluso antes de despedirnos de él, no sin antes celebrar los éxitos, los huracanes y las intensidades con unas cervezas. Hasta pronto, Txetxu, seguiremos metidos en tu huracán hasta que vuelvas. 

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