He tardado tanto en escribir este post desde que fuimos a Panticosa que ya casi ha llegado la primavera, pero como el invierno se resiste a dejarnos de momento y parece que el tiempo acompaña, quizás todavía no sea del todo inapropiado…
Pasar un día de nieve en Panticosa –si la carretera lo permite, porque no es precisamente una buena aliada en este viaje- es una de esas cosas que puedes hacer de vez en cuando si vives en Zaragoza y que te dejarán una sensación energías renovadas, como pasa por ejemplo cuando te escapas a Canfranc.
Durante el camino, el paisaje se va volviendo cada vez más blanco, salpicado de rocas y pinos en las montañas, hasta que llegas arriba del todo, al Balneario, que es donde termina la carretera ya que no queda ningún lugar más alto al que llegar: emplazado en el pirenaico Valle de Tena, está a 1.630 metros de altitud. Su angosta carretera solo suma 8 kilómetros desde el pueblo de Panticosa pero probablemente te parecerán más, sobre todo si hay hielo en las curvas. Llegar allí en invierno es un espectáculo porque el manto blanco puede llegar a deslumbrarte: por eso es importante no olvidarse las gafas de sol; pero seguro que aunque no haya nieve la naturaleza de montaña te ofrece un gran recibimiento.
Si sois de los que dominan las pistas rojas (bueno, quizás con las azules sea suficiente), quizás la oferta de esquí de fondo del Balneario de Panticosa os parezca muy light y entonces debáis ir 10 kilómetros más abajo a las pistas de Panticosa, o 20 a Formigal. Pero si sois novatos o principiantes en eso de calzaros los esquís y hacer la cuña, la actividad de esquí de fondo que en la zona del balneario se ofrece es perfecta para pasar una mañana divertidísima en la nieve.
Según pone en la web de Panticosa Activa, para esquiar en la pista de esquí de fondo hay que adquirir un forfait que cuesta 8 euros y alquilar el equipo (botas, esquíes y bastones) por 10 euros; por tanto, un día de esquí de fondo en Panticosa cuesta 18 euros y si vais con menores de 12 años, a ellos les cuesta 13 (5 € del forfait más 8 € del alquiler de equipo). A nosotros nos costó más barato porque íbamos un grupo grande y nos hicieron bastante descuento, así que si podéis organizarlo también es una buena opción.
Por esos 18 euros podéis pegaros todo el día esquiando pero nosotros estuvimos dos horas, tiempo con el que nos bastó para tener todas las agujetas del mundo al día siguiente e incluso diría que nos sobraron ocasiones de caernos al suelo. Ahora lo cuento siempre: lo que más cansa de esquiar es levantarse del suelo cuando te caes.
Otra cosa que es importante que os cuente antes de continuar es que nosotros hicimos esta excursión para la Cincomarzada. Nos planteamos esa fecha y la de San Valero, pero cuando preguntamos a los expertos nos dijeron que a comienzos de marzo hace mejor tiempo y la calidad de la nieve es mejor, así que les hicimos caso, aunque es cierto que luego esa misma mañana del 5 de marzo nevó y durante las primeras horas de la mañana la carretera de acceso al Balneario estuvo cortada.
Continuando con la experiencia en Panticosa, a mediodía fuimos a comer al buffet libre del Hotel Continental, en el que no había mucha mucha variedad (quizás también porque estábamos poquitos en el comedor) pero todo estaba buenísimo y cocinado con una calidad mayor que lo que suelen ser los buffets. El precio individual para adultos de la comida allí es de 25 euros y de 9 euros para los niños (menores de 8 años), que quizás para lo que se ofrece pueda parecer un poco elevado, pero es que si no te llevas el tupper tampoco tienes mucha más opción en un lugar tan recóndito.
Fue una pena no alojarnos aunque fuera noche en el hotel, porque era muy chulo y con unas estancias comunes muy acogedoras, con esa gran chimenea central que es siempre la protagonista en cualquier edificio de montaña.
Tras descansar un poco y dar un paseo por los alrededores del balneario, en los que la nieve a veces superaba la altura de nuestras cabezas, descubrimos que el primer edificio del recinto se construyó en el siglo XVII, ya en torno a las aguas termales que de allí emanaban y que fueron descubiertas por los romanos. En el siglo XIX se construyen los principales edificios y jardines del complejo termal, convirtiéndose en uno de los más afamados y distinguidos del país, con huéspedes tan ilustres como Alfonso XIII, Ortega y Gasset, Santiago Ramón y Cajal o Primo de Rivera.
En 1966, Baños de Panticosa fue declarado Conjunto de Interés Turístico Nacional y aunque se mantuvo la fisionomía decimonónica que lo caracteriza durante muchos años, lo cierto es que los edificios históricos que se conservan están en muy mal estado, por ejemplo, las casetas originales de aguas termales están semi derruidas. Esta dejadez y agonía de las construcciones ancladas en el pasado contrasta con los edificios modernos que albergan el Hotel Continental y las Termas de Tiberio o el Spa de El Quiñón, que fueron los sitios en los que pasamos el resto de la tarde en bañador, chanclas, gorro y toalla: el planazo de Panticosa.
El balneario propiamente dicho es maravilloso: piscinas exteriores de agua caliente con hidromasaje, piscinas aromáticas, saunas, piedra caliente hamman, pediluvio, vaporarium, iglú de huelo, terma metida en la montaña… Todo un parque de atracciones del descanso y el bienestar en el que poco a poco vas transformando toda esa tensión del día a día en relajamiento. Creo que no he estado en un sitio tan reconfortante en la vida. «Reconfortante» es una palabra que me encanta usar y tengo pocas ocasiones, pero esta es la más adecuada.
Según pudimos saber, las aguas de las Termas de Tiberio se caracterizan por ser hipertermales, emergiendo de la tierra a una temperatura de 53º. Son muy alcalinas y blandas, fluoradas, sulfuradas, bicarbonatadas sódicas y oligometálicas, características por las que presentan acciones analgésicas y son muy beneficiosas para el tratamiento de enfermedades óseas, de piel, reumáticas, cuadros de estrés y problemas asmáticos. Lo que quiere decir que además de relajado, de Panticosa uno vuelve completamente sano.
Como en las Termas de Tiberio no todos los tratamientos del circuito estaban abiertas y disponibles para los usuarios, nos permitieron acceder también a parte de las instalaciones del Spa de El Quiñón, donde además de sus muchas piscinas y saunas había otra piscina exterior de agua caliente mineromedicinal. La experiencia de observar en directo la montaña con un metro de nieve mientras estás en bañador, sumergida en una piscina a un montón de grados pero con la cara helada por culpa de la temperatura exterior, es brutal. Es una de esas situaciones a las que luego la mente viaja sola cuando lo necesita, equiparable a estar tumbada en la arena de una playa tranquila.

Bueno, que por más que me enrolle y os cuente tenéis que ir y vivirlo si no lo habéis hecho ya. Y si es así, pues hay que repetirlo porque nuestra rutina necesita de estos raticos reconfortantes (qué bien, ya la he escrito tres veces) para continuar con fuerza. Si os animáis a hacer como nosotros y escaparos un día sin alojamiento, según la web del Balneario de Panticosa cuesta 26 euros el acceso de una hora y media a la zona de aguas para adultos, 10 para niños a la zona infantil.
No obstante, también en la web aparecen otros muchos planes de un día en los que se incluyen packs de aguas termales con esquí o comida… De manera que la excursión al completo os resultará más económica, como hicimos nosotros, que cogimos el plan de «Esquí de fondo» y por 52 euros tuvimos la actividad de esquí, más la comida y el circuito termal. Y tan contentos.
Si os animáis a elegir una fecha e ir a pasar el día a Panticosa, aunque ya sea con menos nieve –o no, porque con este tiempo loco cualquiera sabe–, contadme qué tal la experiencia. A mí esas aguas termales en contraste con la nieve deslumbrante que lo domina todo me han dejado en la cabeza la imagen viva y las sensaciones propias de haber pasado un día en el paraíso. Sin hipérboles.