Los zaragozanos vuelven a tomar las calles el 5 de marzo

5marEn algunas crónicas de los medios locales sobre la Cincomarzada se puede leer que lo más importante del festivo de este año ha sido el mensaje unánime contra la violencia machista, que comenzaba desde el cartel que para la ocasión había diseñado la Federación de Barrios.

En 1838, los zaragozanos amanecían el 5 de marzo viendo cómo su cuidad era atacada por los ejércitos carlistas y, enseñados como estaban tras los Sitios de la Guerra de Independencia, no se lo pensaron y salieron a las calles a luchar contra quienes pretendían someterles. Y ganaron la batalla, lógicamente, porque ante tanta valentía y amor por la ciudad poco podían hacer los carlistas. Por eso todos los 5 de marzos hay algo que celebrar y un estupendo postre que comer.

La fiesta, como corresponde, tenía que mantener ese signo reivindicativo, esa intención por parte de los maños de gritar a los cuatro vientos que somos legión en contra de las injusticias. Por eso el parque se llena de casetas de diferentes colectivos sociales: para visibilizar, para conocer de primera mano aquello por lo que tenemos que luchar.

Y estaréis de acuerdo conmigo en que una de las guerras contra la que todos nos debemos unir para vencer de hoy en día no es otra tan irracional como la violencia machista. «24 mujeres muertas este año», rezaba el cartel del puesto contra el machismo de la Asociación de vecinos del Arrabal; una cifra que crece alarmantemente con el paso de los días sin que aparentemente se pongan muchos remedios. Una guerra en la que ya han muerto 24 luchadoras este año, y contra la que tenemos que alzarnos: tomando conciencia, visibilizando y educando. Solo desde una educación y normalización igualitaria podemos combatir tal masacre. Por eso la Cincomarzada tenía que ser el día que los zaragozanos salieran a la calle para plantarse y no conformarse con algo tan injusto como que un hombre odie a una mujer simplemente por ser mujer y llegue incluso a acabar con su vida.

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Pero también es una fiesta, no nos olvidemos, y como tal la viví. El parque del Tío Jorge recibía a centenares de maños desde bien temprano, a pesar del día gris y las gotas que amenazaban con volverse lluvia incómoda. Los puestos de comida colombiana, senegalesa, turca, india y de una variedad de culturas ya olían estupendamente a las 10 de la mañana. No obstante, a esa hora teníamos un objetivo: encontrar al grupo de la visita guiada que organizaba la Asociación de vecinos del Arrabal.

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En la plaza San Gregorio comenzaba el recorrido con los guías de la asociación que, para esta ocasión, habían organizado una visita especial dedicada a la Cincomarzada. Y recordando la historia sobre la gesta contra los carlistas comenzó la narración, para después empezar a conocer cosas tan curiosas como el uso que el parque del Tío Jorge ha tenido desde sus inicios, la construcción del barrio o la razón del nombre de algunas de sus calles.

Vimos dónde vivió el Tío Jorge, así como otros personajes ilustres del barrio y recorrimos las calles más antiguas y curiosas del Arrabal, con sus casas que albergan cientos de historias. Descubrimos los secretos de cada rincón, como la primera escuela infantil de la ciudad, «calle de las ranas», la plaza de la Mesa -en la que se pagaba y contrataba a los jornaleros cada día- o el mural pintado por el creador de Bob Esponja. Sin duda, un barrio que tiene mucho que contar y una visita que merece mucho la pena y que podéis solicitar mediante la Asociación de vecinos Barrio del Arrabal.

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De vuelta al parque, mucho ambiente: vermús apetecibles en cada puesto, música, zumba, peñistas y un largo etcétera de factores que hacían del Tío Jorge el centro neurálgico de la actividad festiva y, como os decía, combinada con esa importante parte reivindicativa para no olvidar que todos formamos parte de la lucha por nuestros derechos.

Por la tarde continuó la programación, con un escenario del que primero pudimos escuchar ritmos de jazz con la Big Band Arrabal, después música cubana… Pero en un entorno en el que también se podía encontrar a raperos improvisando junto a unos platos o actividades infantiles para los más pequeños. ¡Hasta los Simpson estaban por allí!

Y cuando la tarde se iba apoderando del parque y empezaba a verse cómo todos iban recogiendo, cambiamos de escenario y nos desplazamos hasta las ferias que para la ocasión habían colocado en el parking de autobuses junto a la arboleda de Macanaz. Así, con atracciones y churros, poníamos el dulce cierre a una alegre Cincomarzada en la calle a la que ni siquiera el tiempo se atrevió a desafiar.

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