Valdefierro: el barrio que se llenó de arte gracias a ASALTO 2017

No sé ni por dónde empezar de lo que me ha emocionado este año el Festival ASALTO. Tengo cierta conexión con el barrio de Valdefierro y es un lugar que me gusta mucho para vivir por su variedad de rincones y por ese ambiente como de pueblo pequeño en el que todo el mundo se conoce y se sonríe (bueno, ya sabemos que en todos los pueblos hay historias); pero es cierto que siempre he pensado que estaba un poco dejado. En ciertas zonas, parece que no importe nada y que sea como aquellos comienzos de las primeras viviendas a las que no llegaban la luz ni el agua.

Pero gracias a ASALTO lo he visto con otros ojos. Valdefierro se ha convertido en un lienzo de posibilidades infinitas en el que dejar muestras de belleza a cada rincón insospechado. Eso es lo que me hace pensar que ASALTO (y sí, lo voy a escribir todo el rato con mayúsculas porque no puede ser de otro modo) es una pasada: que convierte en arte lo cotidiano, consigue hacer bello en lugares donde aparentemente es imposible.

Bueno, si no sé por dónde empezar, lo voy a hacer por el principio aunque sea. El domingo 17 fuimos prontico al Espacio ASALTO, en el Reformatorio del Buen Pastor de Valdefierro, para ver si había hueco en la visita guiada. Lo hubo, así que mientras hacíamos tiempo nos tomamos un estupendo café illy al que nos invitaron porque es patrocinador del festival y aportaba su degustación. Así que la mañana empezaba muy bien después de haber salido de casa sin desayunar.

En la puerta de entrada al Reformatorio El Buen Pastor (que lleva 12 años cerrado y que los vecinos tenían ganas de recuperar), junto a ese fantástico mural de arte pop titulado «Pilared Tropricalismen Est» e inspirado directamente en Miami de Antonyo Marest; entre flamencos, hojas de palmera y colores imposibles, empezaba la visita guiada de la que os traigo el siguiente vídeo y que no tiene desperdicio.

Motivos tropicales, murales colaborativos, figuras modeladas subidas a postes o esperando a su amada no correspondida, entre otras sorpresas, os esperarán en el entorno del reformatorio, con unos altos muros grises para frenar las cifras de fugas del centro que ahora son arte.

Nos encaminamos hacia el interior del barrio, subiendo, bajando y, contra todo pronóstico, pasando calor. Llegamos hasta los Jardines de la Estrella Polar, donde encontramos dos muros dedicados a personajes del barrio, ambos a través de la Galería Urbana, un proyecto que fomenta y facilita el acceso a espacios estables de intervención artística en el espacio público, asignando muros disponibles en Zaragoza a los artistas que lo soliciten. Una grandísia idea.

El primero, una obra de Susana Blasco en la que a partir de 200 piezas de papel se podían ver distintas caras en una, reflejando el paso del tiempo a través un efecto óptico que termina siendo poesía. Eso sí, laboriosa a más no poder. Un regalo para la vista que será tan efímero como la climatología lo permita…

A pocos metros, esta otra obra de la fotógrafa Lorena Cosba representaba (me tentaba decir «inmortalizaba» pero va a ser que no) en otro muro a cuatro personajes conocidos de Valdefierro, Jesusín, Carmen, Jorge y Juliana, atados por el hilo rojo de su barrio. A la derecha, aunque casi no se aprecia en la foto, hay cajitas con objetos encontrados en Valdefierro e información sobre los retratados que no os detallo para que vayáis, las encontréis y descubráis la magia de esta obra entrañable en directo. Pero no tardéis, esta obra también está sujeta a las condiciones climatológicas…

Nos adentramos en las calles de Valdefierro y nos topamos con una enorme mariposa de Mantra, en una fachada cuyos propietarios no estuvieron convencidos de ceder al artista hasta que no vieron que su arte tenía una calidad enorme y que el resultado era precioso. Entonces, metían prisa al autor para que le diera tiempo de dejar la mariposa hecha… En general, Zaragoza está acogiendo de maravilla este festival y lo que supone que el lugar de trabajo sea la calle –de hecho, en la visita guiada había gente de todas las edades y todos nos admirábamos por igual– pero todavía existen reticencias a un tipo de arte que poco a poco se va conociendo bien, tras doce ediciones del festival.

En las calles con nombres de constelaciones y estrellas, las palomas de Jofre Oliveras forman la Osa Menor, como corresponde en la calle en la que se encuentran; aunque parece que estén a punto de echarse a volar, del mismo modo que las mariposas de Mantra, que ya conocíamos y que vuelven a sorprendernos en una gran fachada: a todos nos gustaría que fuera la nuestra para verlas cada día… Dos curiosidades respecto a estas mariposas, que por sí solas ya son preciosas: se trata de especies autóctonas en Aragón, que el autor quiere homenajear para que no se pierdan y eso se refleja en su ubicación en una especie de vitrinas, pero realmente están sobre ellas, volando hacia la libertad.

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Pensando en la poesía de estas calles que hablan, avanzamos hacia el Parque de Valdefierro, una zona que tiene poco de verde y mucho de hormigón gris que artistas como Cúmul y Ampparito han avivado mediante sus hoola hops reciclados que forman esculturas o esos muros pintados de azul que se difuminan con el cielo y nos lo acercan un poquito más a determinadas horas del día. ¿Qué os decía de la poesía?

El cuerpo pide un poco de sombra pero aunque la encontramos, en las escaleras de la calle Proción se produce una explosión de color: es una obra de Zest (Montpellier) que crea unos efectos geométricos muy chulos a través de la abstracción y la combinación de las tonalidades. Definitivamente, esta es una de mis intervenciones favoritas, junto con la última que vimos de Helen Bur en la calle Azalea, que representa esos inicios del barrio en que los vecinos tenían que levantar sus casas en una sola noche para que no se las pudieran derribar y con la ayuda de todos lo conseguían, así como sus reivindicaciones por conseguir que hasta estas casas llegara el agua corriente. Esto es lo más visible de «Water life», un mural realizado mediante pulverizadores, con una técnica que se podría asimilar a la acuarela. Una obra que, sin duda, habría arrasado en la Expo.

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Suspirando y con esa idea de que «las calles hablan» más que nunca, que Maestro Cerezo nos recuerda a nuestro paso con sus intervenciones, nos tomamos un vermú en el Espacio ASALTO, junto a esos flamencos siempre alerta y esos artistas cuyas obras ya teníamos ganas de ver de nuevo. Y eso es lo mejor: que siempre que queramos, mientras que a otros usuarios de la calle así se lo parezca también, podremos volver a ver los resultados de una edición del Festival ASALTO grandiosa, en un Valdefierro que ahora tiene mucho más valor y en el que me entran unas ganas locas de vivir. ¿A ti no?

Un comentario en “Valdefierro: el barrio que se llenó de arte gracias a ASALTO 2017

  1. Bea, yo tampoco sé por dónde empezar a darte las gracias por este regalo que nos haces. Por este baño de arte y cultura.
    Con tus explicaciones haces más grande la experiencia de Valdefierro.
    Sigue así. Un abrazo.

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