Kase.O y El Círculo redondos en el directo

Lo más bonito de la música y la cultura en general es obsesionarse. ¿Cuántas veces os ha pasado que veis una película y no podéis dejar de pensar en ella? ¿Cuántas veces os habéis quedado vacíos al terminar un libro y necesitáis investigar sobre él para no perder ese vínculo? Ese vínculo con la historia, con el producto cultural, tiene una carga emocional enorme y es lo que nos hace formarnos como seres humanos con un background cultural sólido.

Pues empiezo por aquí, con esta reflexión que es lo que me hace amar y apasionarme con la cultura porque ayer salí del concierto de Kase.O flotando, soñando, pensando en todo lo que había vivido y sobre todo muy emocionada. El vínculo emocional que en este caso me une al rapero es muy fuerte porque viene de aquellos Violadores del Verso que marcaron mi juventud y en los que yo me introduje para tener de qué hablar con el chico que me gustaba.

«Yo me voy a la mierda ¿y tú dónde vas, culito sexy?» es una estrofa que ha marcado muchos momentos de aquellos 15 o 16 años dorados, igual que tantas otras. La melancolía es inevitable. Luego es verdad que me encaminé hacia una vertiente más rockera pero estos paisanos y Kase.O en especial siempre han estado muy presentes entre mis listas de música diarias.

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Cuando se publicó «El Círculo», el último disco de Kase.O, un amigo me dijo que era una pasada de trabajo y que tenía que escucharlo. Lo hice y es cierto que es un álbum tan bien hecho que engancha, tiene tantos ritmos distintos que cada canción es muy distinta, pero a la vez todos ellos empastan a la perfección. También hay variedad de temas en las letras,  aunque lo que destaca es el propio desahogo del rapero, esa desnudez que lo hace tremendamente intenso. Todas ellas tienen tal profundidad que es muy difícil no encontrar cada día, en cada situación, una frase con la que una no se sienta identificada.

Como introducción no está mal, ¿no? Bueno, pues que termino ya diciendo que después de tantos años sin verlo en directo, esta vez me apetecía mucho y que menos mal que lo hice, porque su actuación anoche me dejó tocada y con ese vínculo que os decía al principio tan a flor de piel que no puedo dejar de escuchar algunas canciones de las que redescubrí ayer. Porque sí, cuando vas a un concierto normalmente ya has escuchado las canciones muchas veces, pero en el momento en el que la voz sale de la garganta del cantante y la música de los instrumentos, se descubren matices y aristas que luego necesitas explorar. En eso estoy yo.

Si entramos en materia sobre lo que ayer pasó en el Príncipe Felipe, que estaba hasta los topes (8.000 personas, nada más y nada menos, que obligaron a colgar el «sold out»), tengo que decir que a Kase.O se le notaba especialmente emocionado y contento de estar en Zaragoza, en las Fiestas del Pilar, haciendo lo que él solo sabe. No fuimos especialmente puntuales y como queríamos espacio para bailar, nos ubicamos en lo más alto del fondo de las gradas. Las fotos y vídeos son una basura, pero lo cierto es que el pabellón tiene un tamaño y aforo muy asequibles para que el show se pueda disfrutar y escuchar bien aunque tengas muy mal sitio.

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Cuando entramos ya estaba sonando la frenética «Esto no para» que tantas ganas de alzarse en revolución despierta con versos como «pueblo desquiciado porque no hay un objetivo; no hay buenos ejemplos, reina la ignorancia» y le siguieron varios títulos de «El círculo» siguiendo más o menos el mismo orden que en el disco. En el escenario Kase.O no estaba solo sino que le acompañaban el veterano R de Rumba a los platos y Momo, que fue telonero, apoyando en las voces.

Gritamos «Kase.O» hasta la saciedad, porque, como dijo Momo, queríamos que se sintiera arropado y que se viera nuestro agradecimiento por el esfuerzo que había supuesto sacar adelante un disco tan completo como «El Círculo», cuyo proceso creativo resultó para el MC una etapa difícil. No nos extraña, dado el grado de involucración y desnudez que alcanza.

También gritamos muy fuerte «PAZ», en un discurso conciliador tan bonito como necesario hoy en día. Me gusta mucho la forma positiva que tiene Kase.O de comunicar, algo que también dijo: hay que hablar empleando las palabras adecuadas y positivas. Eso es algo fundamental. Él da por hecho que todos los que le seguimos somos «gente inteligente» que no maltrata a las mujeres, que vemos a todos como iguales, que llevamos el amor por bandera. Y no podría transmitir más rechazo a lo contrario sin dejar de hablar en positivo. ¿Quién no querría unos fans así?

También hubo sorpresas como la colaboración en directo de Rozalén en ese «Mazas y catapultas» que a todos nos pone el ritmo en el cuerpo y que se volvió melódico pero bonito a más no poder con esa voz tan especial de María. Fue un momentazo, así como cuando se subieron al escenario Xhelazz, El Hermano L y los compañeros de Violadores del Verso (Sho-Hai, Lírico y R de Rumba) para recordar sus «Viejos ciegos».

Llegamos así al final, a esos clásicos como «Cantando» y «Ballantines», pasando por el «Soy de Aragón» adaptado al pregón de las Fiestas del Pilar, cuando el extraterrestre que ha acompañado a Kase.O durante la creación de «El Círculo» decía que ahora que había estado en Zaragoza disfrutando de su gente, del ternasco y de la borraja, se quería quedar aquí a vivir.

Pero eso fue después de una espeluznante versión de «Basureta (Tiempos raros)» casi a capella, con un Javier Ibarra completamente vulnerable y concentrado, sobre una silla, sin mirar a ninguna parte, con tan solo un foco iluminándole. Una canción que marcó un antes y un después en el concierto y que supuso el momento más íntimo e intenso de la noche.

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Y al final del todo, tras los temas nuevos, los profundos y los clásicos, vacío. Ese vacío que nos llevaba a pedir más del chico de La Jota que quiso ser el mejor en esto del rap y que lo consiguió, que ha triunfado en todo el mundo por ser esa nota discordante con voz de genio y poesía a quemarropa. Ese vacío que nos hace quererle a más no poder cuando nos dice que luchemos por ser los mejores, cuando nos anima a vivir, cuando influye en nuestras vidas de una forma poderosa para que seamos quienes mandemos en ella. «Cuanto más amor das, mejor estás» y a mí ese mensaje y esos valores me han calado tan hondo que estoy deseando volver a oírlos. Voy a muchos conciertos pero pocos artistas son capaces de provocar esa catarsis, esa liberación y esa emoción tras un show que supone una terapia colectiva, añadida a todo el arte que desde el escenario se propaga.

Y tenemos la suerte de que es nuestro, que ha salido de Zaragoza, que ha nacido en uno de nuestros barrios y que ahora puede difundirse al resto del mundo bajo esas máximas de paz, progreso y amor. Javier Ibarra, el de La Jota, el de Violadores del Verso, forma parte de nuestro ADN aragonés y al mismo tiempo es un personaje lo suficientemente influyente como para hacer el mundo mejor. Por todo esto y mucho más que la emoción no me estará recordando que tengo que contar, gracias, Kase.O.

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